Cute Pink Kaoani
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jueves, 23 de agosto de 2012

La Patasola

Habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es el endriago temido por los colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores. Algunos aventureros dicen que es una mujer bellísima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero avanza hacia la oscuridad del bosque a donde los va conduciendo con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca desproporcionada de donde asoman unos dientes de felino y una cabellera corta y despeinada que cae sobre el rostro para ocultar fealdad.

En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre y termina triturándola con sus agudos colmillos.

La defensa de cualquier persona que la vea, consiste en rodearse de animales domésticos, aunque advierten que le superan los perros, calificándolos a todos como animales "benditos". Se dice que este personaje fue inventado por los hombres celosos para asustar a sus esposas infieles, infundirles terror y al mismo tiempo, reconocer las bondades de la selva. Cuentan que en cierta región del Tolima Grande, un arrendatario tenía como esposa una mujer muy linda y en ella tuvo tres hijos.

El dueño de la hacienda deseaba conseguirse una consorte y llamó a uno de los vaqueros de más confianza para decirle: "...vete a la quebrada y escoge entre las lavanderas la mejor; luego me dices quién es y cómo es...". El hombre se fue, las observó a todas detenidamente, al instante distinguió a la esposa de un vaquero compañero y amigo, que fuera de ser la más joven, era la más hermosa. El vaquero regresó a darle al patrón la filiación y demás datos sobre la mejor. Cuando llegó el tiempo de las "vaquerías", el esposo de la bella relató al vaquero emisario sus tristezas, se quejó de su esposa, pues la notaba fría, menos cariñosa y ya no le arreglaba la ropa con la misma asiduidad de antes; vivía de mal genio, era déspota desde hacía algunos días hasta la fecha. Le confesó que le provocaba irse lejos, pero le daba pesar con sus hijitos.
El vaquero sabedor del secreto, compadecido de la situación de su amigo, le contó lo del patrón, advirtiendo no tener él ninguna culpabilidad.
 El entristecido y traicionado esposo le dio las gracias a su compañero por su franqueza y se fue a cavilar a solas sobre el asunto y se decía: "...si yo pudiera convencerme de que mi mujer me engaña con el patrón, que me perdone Dios, porque no respondo de lo que suceda...". Luego planeó una prueba y se dirigió a su vivienda. Allí le contó a su esposa que se iba para el pueblo porque su patrón lo mandaba por la correspondencia; que no regresaba esa noche. Se despidió de beso y acarició a sus hijos. A galope tendido salió por diversos lugares para matar el tiempo. Llegó a la cantina y apuró unos tragos de aguardiente. A eso de las nueve de la noche se fue a pie por entre el monte y los deshechos a espiar a su mujer.
 Serían ya como las diez de la noche, cuando la mujer, viendo que el marido no llegaba, se fue para la hacienda en busca de su patrón. El marido, cuando vio que la mujer se dirigía por el camino que va al hato, salió del escondite, llegó a la casa, encontró a los niños dormidos y se acostó. Como a la madrugada llegó la infiel muy tranquila y serena. El esposo le dijo: De dónde vienes?. Ella con desenfado le contestó: de lavar unas ropitas. De noche? corto el marido.

A los pocos días, el burlado esposo inventó un nuevo viaje. Montó en su caballo, dio varias vueltas por un potrero y luego lo guardó en una pesebrera vecina. Ya de noche, se vino a pie para esconderse en la platanera que quedaba frente a su rancho. Esa noche la mujer no salió pero llegó el patrón a visitarla. Cuando el rico hacendado llegó a la puerta, la mujer salió a recibirlo y se arrojó en sus brazos besándolo y acariciándolo.
 El enfurecido esposo que estaba viendo todo, brincó con la peinilla en alto y sin dar tiempo al enamorado de librarse del lance, le cortó la cabeza de un solo machetazo. La mujer, entre sorprendida y horrorizada quiso salir huyendo, pero el energúmeno marido le asestó tremendo peinillazo al cuadril que le bajo la pierna como si fuera la rama de un árbol. Ambos murieron casi a la misma hora. Al vaquero le sentenciaron a cárcel, pero cuando salió al poco tiempo, volvió por los tres muchachitos y le prendió fuego a la casa.
 Las personas aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por sierras, cañadas y caminos, destilando sangre y lanzando gritos lastimeros. Es el alma en pena de la mujer infiel que vaga por montes, valles y llanuras, que deshonró a sus hijos y no supo respetar a su esposo.
                                                                

El Diablo

Una noche de viernes santo, se hizo una fiesta en la discoteca más famosa de la ciudad, dicen que en un momento determinado de la noche ,entró a la discoteca un joven, que atraía las miradas de todas las jovencitas que se encontraban en el lugar, era alto ,muy bien vestido, con unos ojos algo extraños pero encantadores…
Este apuesto joven se acercó a una muchacha para sacarla a bailar y ella encantada por su apariencia aceptó sin pensarlo dos veces, mientras bailaban él le advirtió que no mirara sus pies ya que se sentía un poco intimidado y no era capaz de seguir el ritmo, ella asintió con la cabeza…
Pero al cabo de un rato no resistió mirar sus pies, ella se quedó sin aliento al ver unas garras horribles y se desmayó enseguida, todo el mundo al ver a esta joven tendida en el suelo corrió a socorrerla, y el joven con el que bailaba ya había desaparecido del lugar. La muchacha cayó en un terrible estado de coma, y sus padres ordenaron revisar las cámaras del lugar para identificar al hombre que todos creían que era el culpable de su estado, pero para sorpresa de todos, en el video de seguridad se veía claramente que la jovencita se movía sola por toda la pista de baile, el hombre no se reflejaba en la grabación. Para confirmar esta escalofriante historia en el baño del establecimiento en uno de los espejos decía: “Viernes Santo, muerte de Cristo, Viernes Santo yo revivo y riego sangre y temor entre los humanos”… La discoteca estuvo varios días impregnada con un olor a azufre y la joven murió después de un tiempo con unas marcas de quemaduras en la espalda

El Quincha

En la finca "El Cerro", de propiedad de don César Porras, uno de los primeros alcaldes contrateños, vivió muchos años un apuesto joven campesino, que se destacó en su época por sus aventuras y andanzas mujeriegas...
El criollísimo Don Juan, se dice, no dejó flor sin tocar en aquel extenso jardín de propiedad de don César...!
A niña que le pusiera el ojo, no se iba a quitar pétalos a las margaritas sino a comenzar a buscar...
Las doncellas del lugar, le guardan distancia. No esto, porque les caiga mal, todo lo contrario. Es por ser campesino y el qué dirán. Sin embargo, no pocas cautivadas a pesar del miedo y de la crítica, fabrican la canastilla...!
En pleno trabajo de la semana, la jornada descubrió en el camino, cercano al surco, en la ruta que viene del pueblo, a una señorita de la "alta" bellamente engalanada, traje negro brillante, zapatillas blancas, collar de cuentas rojas, anillos y aretes resplandecientes, paraguas negro.
Con paso dificultoso, como que guarda equilibrio en el pedregal, lleva a la espalda en mochila de vivos colores, una enorme calabaza...
Los compañeros, sabedores de las andanzas de El Quincha, apodo del muchacho, convencidos que no se atrevería a enamorar a dama de buen origen como la que se acercaba, en son de tomarle el pelo, lo animan para que la enamore...! Quién dijo miedo...! Sin pensarlo dos veces, el coqueto campesino, le suelta esta frase: Señorita, le llevo la calabaza...? Tan linda usted, no debe cargar maleta porque se cae y me voy a poner muy triste...! La muchacha con sonrisa agradecida, le alcanza la mochila. A pocos pasos, se abre un callejón largo, entre dos montañas...
Ambos se adentraron por el estrecho camino... Una fuerte tempestad sopló silbante... Los compañeros aturdidos, aterrados, pálidos, escucharon un grito penetrante: el grito de la diabla que cantó su victoria...!
Instantes después, vieron cruzar una sombra negra que arrojaba
chispas y comenzó a llover granizo... Nadie volvió a saber del picaflor aquel. Averiguaron por él, pero nadie dio razón...


La Loma De La Vieja

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, en una montaña cercana a la del Cerro de la Virgen, subían los aserradores de vez en cuando a talar los árboles para conseguir la leña del diario, a pesar del intenso sol, la pendiente del suelo y las súplicas por parte de la viejecita dueña del terreno. Cierto día uno de los campesinos le llevó a aquella mujer unos cuántos tabacos a cambio de poder coger unos palitos de leña, la anciana se los recibió sin rechazo alguno e incluso le dio a cambio unos buenos tomates pero además le dijo que sería esa la última vez que le permitía  a alguien talar sus árboles. El hombre cortó la leña y se  la llevó con los tomates, que guardó bajó su cama esa noche tan pronto llegó de la loma. Cuál sería la sorpresa de aquel hombre cuando al siguiente día muy temprano, se levantó para continuar con sus labores, y en lugar de tomates habían unas brillantes monedas de oro, el campesino muy contento no tardó en llegar al lugar donde vivía la viejecita para agradecerle por tan buen obsequio. Pero recorrió el lugar durante un par de  horas y no pudo encontrarla.
Después de ese día volvió a subir, y aprovechando que la viejecita no se encontraba, decidió cortar unas astillas de leña, el hombre se percató de que la viejecita no estuviera, y efectivamente como después de el día de los tabacos y los tomates nadie había vuelto a tener razón alguna de ella, no dudó en mandar el primer hachazo a unos de los árboles…. Pero de repente una fuerte tempestad se desató, la brisa, lluvia, rayos y granizo empezaron a caer con gran furia, según dicen, mandados por la vieja de aquella loma. El campesino estaba estupefacto, su sorpresa no podía ser mayor y como si fuera poco, la sombra de la vieja según cuentan, lo persiguió hasta que pudo llegar a su casa.



martes, 21 de agosto de 2012

Los Dos Compadres


En noches oscuras, salientes, arriba de la piedra grande que bordea el camino que antiguamente iba a Guadalupe, dos luces como de lámpara de sebo, se aproximan poco a poco y al chocar desaparecen para reaparecer en la cima del cerro e iniciar el descenso nuevamente, unidas…….
En tiempos de lazareto las bebidas embriagantes se vigilaban estrictamente por ser de contrabando. Entonces la importación se realizaba bajo el amparo de la oscuridad a través de los desechos, dos de los más importantes sobre la cordillera oriental del lugar que da acceso al mencionado camino.
Por esta circunstancia, la población consideraba que cumplir el objetivo era de contrabandistas profesionales, que existían y muy listos para burlar la vigilancia policiva. La autoridad resolvió destinar varias unidades para acechar a los presuntos contraventores desde sitios estratégicos adyacentes al lugar de la piedra grande…. A altas horas de la noche comenzó el descenso de las luces. Al mirar el apagón junto a la prenombrada roca como perros cazadores, lo rodearon apresuradamente pero como seria su sorpresa grande. Ninguna persona se encontró alrededor del extraño embrujo observado. Esta operación policíaca se realizó varias veces pero nunca se logró la meta……!!!!!
En ocasiones la desconfianza se ve obligada a cederles el campo a ciertas creencias difundidas sobre fenómenos inexplicables a la luz de la razón de la lógica….. Muchos se ven obligados a creer en ello, así sea a regañadientes….
En referencia a este no escasas personas expertas proclamaron con aire convencido y desierto que por el año 1878 arriba de la administración existieron varios ranchos de enfermos. Que allí vivieron dos matrimonios compadres entre sí….. Cualquier día porque el diablo goza al reclutar almas para sus demonios, un compadre le dio por piropear a su comadre sana de 24 años…. Se atrajeron y cogieron como cama adultera, la cercanía de la piedrita de marras… el compadre que había sido traicionado los encontró…..
Sí, los pilló pero da un traspié se percata el compadre cogido in fragante se levanta y se trenzan dándose de puñaladas quedan desmayados tendidos sobre tierra, muertos.
La adultera nunca nadie la volvió a ver….. Se la comió la tierra……!



viernes, 17 de agosto de 2012

El Señoron

Relatan los antiguos Contrateños, con voz entrecortada, que a comienzo del Siglo XX, se expandieron los espantos más singulares y temerosos.
Uno de ellos, por burlón y diabólico, ocupa puesto inolvidable en el recuerdo casi nebuloso de la gente.
Viejitas y viejitos religiosos, asistentes a misa de 5 a.m., tenían el vicio de madrugar para ocupar puesto en el atrio del Templo, desde las doce de la noche en adelante, quizás aquejados de tenaz insomnio, o por el irresistible deseo de contar el diario chisme..
El amanecer, sorprendía la montonera de creyentes, sentados en catres y bancas.
El catre, para quienes no lo conocieron, era un asiento plegable, fabricado de madera tallada o torneada, fina pana o terciopelo y tachuelas doradas.
El dolor del prójimo, constituía el diario tema de charla de la audición sagrada y rutinaria...!
Cualquier madrugada, los creyentes que vienen por las seis entradas que dan acceso a la plaza, ven a un hombre altísimo en el atrio que con los puños repica las campanas, repique solamente percibido por ellos... El susto abunda, paraliza las extremidades inferiores, el pulso se acelera y repica con fuerza en la piel...!
Calmados después, con la creencia que se trata de algún chistoso en zancos para infundirles miedo y ahuyentarlos, resueltos, firmes, avanzan para llegar al sitio indicado. No obstante, su conclusión pronto se esfuma, cuando observan estupefactos y confusos, que el gigante se achica poco a poco para hundirse entre las rústicas piedras del atrio...! Desaparece!
El cuento se propagó por todas partes, pero el gigante no quiso aparecer, burlándose de los espías que en vano velaron con la esperanza de observarlo,
Los madrugadores, incrédulos aún, reanudaron la práctica mañanera que el burlón fantasma puso en cuarentena.
Varios años adelante, en 1932, nuevamente el fantasma juguetón, vuelve a ponerse de ruana el poblado. En efecto, en el mismo sitio, lo ven impecablemente trajeado: pañuelo vistoso anudado al cuello, pavita en la cabeza, enorme cigarrón que bota espirales olorosas al aire, artístico bastón que juguetea en sus manos... Recorre el atrio. Va y viene. El calzado de charol y tacón parlante, saca chispas, perturba el aldeano y el silencio de la noche
El pánico inunda a todos, desde quienes creen en brujas hasta los incrédulos.
El sacerdote, encara el asunto con el Comandante de la Policía Interna. Trazan un plan estratégico: preparan una docena de policías para que a las doce de la noche, por parejas, se tomen la plaza, cuando escuchen el silbato del comandante de la operación.
Con anticipación, el sacristán impone a la tropa, sus respectivos escapularios y los rocía con agua bendita...
Llegó la hora acordada. Se escuchó el pito y la tropa inició su trabajo. El Señorón quedó rodeado, pero sin inmutarse, desciende del atrio. De una zancada pasa por encima de los burlados captores y se para en el techo de la casa de dos pisos de propiedad de don Luis Domingo Serrano, hoy de Toño Flórez.
Los policías quedaron frustrados, porque al pretender usar un arma, el Señorón brincó al Cerro de la Cruz, para sepultarse en la cumbre, convertido en fino metal...!


La Llorona


Hace mucho tiempo cuando los Contrateños solían ser muy supersticiosos, temerosos de los fenómenos y la luz eléctrica alumbraba menos que una luciérnaga, el servicio sólo se prestaba de 6 a 9 p.m., si no llovía, porque si San Pedro abría sus cataratas, la lluvia desordenaba todo, incluso “La Llorona” se ponía de ruana el tranquilo discurrir de los vecinos.
José María Gómez, un buen hombre, P., salió de su casa una noche oscura a buscar un grillo, para utilizar las patas, que según la medicina natural, sanaría a su sobrino casi moribundo, debido a la retención de orina.
Sin lograr buen éxito en las calles y callejuelas, linterna en mano, se decide bajar a la quebrada La Renta, frente de la antes llamada Sala de Curación. En esa época, no existía cafetal sino un potrero cercado con alambre de púas a lo largo de la callejuela.
El señor se cuela por debajo de la cerca, sigue quebrada abajo en busca del bichito. De pronto, escucha el chillido penetrante del grillo, se agacha para localizarlo entre las piedras ribereñas, lo encuentra, cuando lo introduce en una cajita, oye un grito lastimero cerca de él. Voltea a mirar, con asombro ve sentada en una piedra grande, la dama que grita, con cabellera larga y abundante por delante de la cara, sobre la corriente.
Invadido de espantoso susto, corrió aterrado para llegar a la carretera. Dio tremendo salto y cruzó la cerca de cuatro cuerdas sin tocarla, a pesar que el terreno es pronunciadamente inclinado con referencia al riachuelo.
Pálido, llega a su casa. Entrega la cajita con el grillo y cuál sería la sorpresa al encontrar allí, no al bichito deseado, sino un crespo de La Llorona...
El día siguiente, la historia de La Llorona, en el lugar, fue el plato fuerte.
Algunos jovenzuelos traviesos, aprovechan la sicosis colectiva para acrecentar más el pánico aún. En las noches, reparten entre ellos los sitios estratégicos, con el objeto de atrapar a la gente asustadiza. En los puentes de Villa Esther, la Avenida Ospina Pérez, cuando la quebrada está crecida, en el tanque de agua de El Árbol, se meten con cautela. A punto de media noche, al dar el reloj las doce campanadas, empieza la pesadilla. Con grito fortísimo, quejumbroso, imitan el alarido de La Llorona, primero aquí, luego más allá, y arriba, para dar la impresión que el espanto recorre la quebrada... Así transcurre bastante tiempo. Cierta noche a los jóvenes imitantes les llega la huésped sin ser esperada ni presentida; cuál es su sorpresa al oír que como un eco su grito es respondido y ven una mujer mechuda de ojos centellantes acompañándolos.
La terrorífica aparición fue el precio y cura para sus picardías, que los convirtió en convencidos propagadores de la realidad del espanto.
Como la gente a todo le saca partido, las viejitas y viejitos murmuradores, cuando sabían de algún aborto provocado, mordían tierra y juraban, que La Llorona tenía la cara de fulana de tal. Verdad...? Mentira..? No lo podemos negar ni afirmar. Todavía de vez en cuando, se oye decir: anoche chilló La Llorona...!